martes, 7 de junio de 2011

Una mujer en el mundo del arte

Hace poco tiempo por motivos de trabajo me encontré trasteando en la página web de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Entre otras muchas cosas, figura una lista con todos los miembros que forman parte de esta institución, y me paré a echarle un vistazo porque siempre me hace ilusión encontrar el nombre de alguien que conozco (generalmente profesores de la Universidad, o autores de algún manual que haya leído para realizar una investigación). El caso es que descargué la lista de académicos y... ¡oh, sorpresa! entre los más o menos 50 miembros numerarios de la Academia encontré sólo 2 nombres de mujeres.

Al principio pensé que hace años el acceso a los estudios universitarios para las mujeres era bastante difícil:  las facultades estaban copadas por hombres y evidentemente, son ellos los que ahora ostentan los cargos de miembros de la Academia. Pero después de un momento caí en la cuenta de que, al menos en mi carrera, y creo que no me equivoco si digo que en la mayoría de las carreras de letras ocurre lo mismo, la proporción de chicas y chicos era de 10 a 1, calculando a ojo. Sin embargo, la mayor parte de los altos cargos de las instituciones artísticas son ocupados por hombres. La pregunta era: ¿dónde están las mujeres?


Pues bien, después de darle bastantes vueltas cavilando sobre dónde se habían metido mis colegas de profesión me di cuenta de que muchas galerías de arte y nuevas empresas de índole cultural sí están dirigidas por mujeres. Conclusión: nosotras arriesgamos más y somos más emprendedoras (o tenemos menos contactos, según como se mire).

Esto no es un artículo feminista en ningún caso; simplemente me hizo reflexionar el hecho de que en una carrera en la que el 80% de la plazas de primer año están ocupadas por mujeres (y en el último año, pondría la mano en el fuego al decir que quedábamos un 90% de mujeres frente a un pequeño 10% de hombres, siendo generosa), las altas esferas del mundo laboral siguen dominadas por el sexo masculino. No digo que haya que comenzar una revolución para dar la vuelta a las cosas, pero sí debemos encontrar nuestro lugar en el ámbito cultural; y si éste se encuentra en la creación de nuevos proyectos, de emprender con nuevas ideas... bueno, ¡yo ya me encuentro ahí!

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