domingo, 15 de mayo de 2011

Venus: evolución (VI) Venus y Julio César

En la Roma republicana se identificó a la Afrodita griega con Venus, diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Su culto comenzó en la zona del Lacio, donde el primer templo bajo la advocación de esta diosa fue inaugurado el 15 de Agosto del 293 a.C. Su "fiesta oficial" se instauró el día 18 de Agosto, fecha de la vinalia rustica: esta es una festividad dedicada a Júpiter y Venus en la que el sacerdote o flamen dialis sacrificaba un cordero para tener una vendimia abundante.

La mitología de la Venus romana tiene sus raíces en las historias griegas, de modo que no vamos a volver sobre ello. Sin embargo, hubo un personaje histórico que tuvo una gran admiración hacia la diosa, a la que utilizó para legitimar que era descendiente de los grandes héroes, y poder así convertirse en emperador de Roma: este personaje no fue otro que Julio César.


Sabemos que, según el mito, la diosa Venus tuvo relaciones con el mortal Anquises, y con él concibió a Eneas. En la historia de la guerra de Troya se cuenta que, una vez que la ciudad fue incendiada por los aqueos la población se vió obligada a huir. El príncipe troyano Paris se quedó en la ciudad para dar muerte a Aquiles, pero le dio su espada (símbolo de la ciudad) a un joven que huía con su anciano padre a la espalda, diciéndole que mientras un troyano levantara esa espada su pueblo estaría a salvo. El joven en cuestión era Eneas, que llevaba en brazos a Anquises, cuyo viaje hacia la zona del Lacio cruzando el Mediterráneo está contada por Virgilio en la Eneida. Eneas y su pueblo fueron recibidos y hospedados por el rey Latino, que le ofreció a su hija Lavinia en matrimonio, y tuvieron un hijo al que llamaron Ascanio o Iulo, fundador de Alba Longa, el primer núcleo de lo que más tarde se convertiría en el Imperio Romano.


De este modo vemos cómo Julio César (Iulius Caesar) y su familia (la Gens Iulia) quedan emparentados con Iulo, hijo de Eneas y de Venus: así pues, la familia de César descendía de los grandes héroes de la guerra de Troya y de la diosa Venus. Este hecho sirvió a Julio César para justificar su ascenso al poder como Emperador de Roma, tomar el epíteto de divino y poner a todo el pueblo de Roma bajo la protección de la diosa. Para reforzar esta idea, Julio César utilizó la imagen de la diosa en numerosos ámbitos, entre ellos a la hora de acuñar moneda.

Denarios oficiales acuñados por César
51-41 a.C.

Una de las grandes construcciones de César fue su foro, construido en el año 54 a.C. y situado en la zona de los Foros Imperiales como ampliación del antiguo Foro Romano, donde se desarrollaba la vida de la ciudad: mercado, prostitución, administración de justicia, oratoria...


Plano de los Foros Imperiales
El Foro de César corresponde al número 1


El elemento más importante dentro del Foro de César es el Templo de Venus Genitrix o Venus Madre, en alusión a su protección del pueblo romano en general y de la Gens Iulia en particular. Se trataba de un templo períptero sine postico (rodeado de columnas, menos en la zona de detrás de la cella) octástilo (con ocho columnas en el frente) y sobre podio, a la manera romana. Fue una de las pocas construcciones ordenadas construir por César que éste pudo inaugurar antes de ser asesinado. El cronista Svetonio nos cuenta cómo en ua ocasión César, olvidando toda la etiqueta republicana, recibió al Senado sentado en el centro del podio del templo y vestido como una divinidad.

De la época de César sólo se conservan el núcleo de cemento del podio y alguna parte del ábside que se encontraba en el fondo de la cella, donde estaba el tesoro del templo que contenía, entre otras cosas, estatuas de Venus, César y Cleopatra, pinturas griegas y multitud de gemas y piedras preciosas.




Plano y reconstrucción del Foro de César,
con el templo de Venus Genitrix al fondo

El templo de Venus Genetrix fue devastado por el incendio del año 80 d.C., y reconstruido por Domiciano. Más tarde, en el 113 d.C., el emperador Trajano lo restauró, y a él pertenecen las tres columnas que quedan en pie hoy en día.



Las 3 columnas supervivientes del Templo de Venus Genitrix, en el Foro de César
Hacia el 113 d.C.

Imágenes de imperio-numismatico.com, bufetetecnico.es, sitiosturisticos.com, wikipedia.org, 123people.es

miércoles, 11 de mayo de 2011

Films con mucho arte: "El código Da Vinci"

Los que me conocen saben que soy una gran detractora de Dan Brown, de su obra en general y de El código Da Vinci en particular. Aún así, dado que este sábado es la noche de los museos en Madrid y el día 18 es el Día Internacional del Museo, y como en este film juega un papel crucial el Louvre, me he animado a escribir sobre él. Intentaré ser objetiva, pero lo veo complicado...


La película narra las aventuras y desventuras de Robert Langdon, profesor universitario y experto en simbología, que es reclamado por su amigo Jacques Saunière cuando éste es asesinado en el parisino Museo del Louvre. Ayudado por la nieta del frnacés, Sophie Neveu, Langdon deberá ir uniendo pistas para resolver un misterio en el que se encuentran implicados los masones, las altas esferas de la iglesia católica y un caballero inglés de dudoso honor, mientras huye de la policía.

En defensa de la película diré que sigue muy bien el libro, pero no es mérito de los cineastas: el libro es, ni más ni menos, un puro guión de cine. Los personajes no están bien descritos ni evolucionan de ningún modo a lo largo de la trama; los escenarios más vale que sean conocidos de antemano por el lector, ya que la novela no da ninguna pista sobre sus características. La trama es bastante predecible y, personalmente, me recuerda mucho a las típicas novelas policíacas en las que se ocultan datos al lector con el fin de liarle en sus pesquisas y poder dar el golpe de gracia resolviendo el crimen en las tres últimas páginas del libro.
De los actores mejor ni hablo: poco podían hacer dos grandes del cine como Tom Hanks y Sir Ian McKellen con unos personajes tan mal construidos.
En resumen, se trata de un libro entretenido (no lo voy a negar: engancha), ideal para leer en el metro ya que te da tiempo de leerte cada capítulo de máximo cuatro páginas entre parada y parada. La película, más de lo mismo: entretenida y punto, un telefilm de los que ponen en Antena 3 los sábados por la tarde.

Allá va la crítica: lo grave del asunto no es que una película y un libro de este tipo hayan causado una sensación mundial y que todo el mundo lo haya visto y leído respectivamente. Lo grave es que El código Da Vinci ha generado una especie de locura por las conspiraciones masónicas, los enigmas sagrados, los secretos históricos y los libros mal escritos de la que no se salva nadie.
Recuerdo cómo, en los meses que siguieron al gran éxito del libro de Dan Brown, me era imposible entrar en una librería sin salir tirándome de los pelos porque lo único que encontraba eran obras tipo Los masones atacan de nuevo, Qué mala es la iglesia o Construya usted mismo su propio enigma. Durante esos meses volví a los clásicos. Leí un par de novelas de este tipo, pero en seguida me harté de lidiar siempre con lo mismo.
Lo peor de todo es que hay gente que no sabe distinguir realidad de ficción, y que se toma al pie de la letra lo que dicen tipos como San Dan Brown o Santa Matilde Asensi. El colofón final lo puso una conversación que mantuve con alguien que he olvidado quién era (memoria selectiva, me han dicho que se llama) y que transcurrió más o menos así:

- Oye, ¿tú que has estudiado?
- Pues Historia del Arte
- ¡Anda! Yo he leído El Código Da Vinci
- Mmmmm... qué bien... ¿Y qué sabes de Leonardo?
- ¡Pues que escribió un código!
- Ya... También pintaba y esculpía de vez en cuando...

Juro que la conversación es real y literal.

Leed muchos libros, pero no ensalcéis a un autor sólo porque la sociedad así lo dicta: construid vuestro propio criterio, buscad vuestros gustos personales, criticad constructivamente las obras que conocéis, distinguid entre "libro de historia" y "novela de entretenimiento". Leer siempre es bueno, cualquier cosa, desde el periódico hasta El Quijote, pero es necesario saber lo que se está leyendo.

Imagen de filmaffinity.com

domingo, 8 de mayo de 2011

Venus: evolución (V) La iconografía de Afrodita en la antigua Grecia

Si la semana pasada hablábamos del mito de Afrodita, hoy trataremos la iconografía de la diosa en sus diferentes representaciones en la antigua Grecia.

Las distintas formas de representar a Afrodita, diosa del amor carnal y de la sensualidad siguen siempre la tradición de la diosa Madre, pudiéndose haber inspirado en la Ishtar babilónica, la Innana sumeria o la Astarté fenicia. Las imágenes de época griega, en la mayoría de los casos, han llegado hasta nuestros días a través de copias romanas debido a la dificultad de su conservación. En ocasiones, muchos desnudos femeninos del arte clásico han sido llamados "Venus" o "Afroditas", aún tratándose de retratos de ciudadanas de a pie.

La imagen en la que se basan todas las demás es la Afrodita de Cnido, realizada hacia el 360 a.C. en la ciudad de Atenas por el escultor Praxíteles. Esta escultura sigue la iconografía conocida como Venus púdica o Venus que se cubre. La diosa es representada preparándose para el baño ritual de las Eleusiadas (rito para restaurar su virginidad): parece que el escultor la ha sorprendido en un momento de intimidad, y Afrodita se cubre con recato el pubis con su mano derecha, mientras que con la izquierda deja caer sus vestiduras sobre una hydria o ánfora para el agua.
Esta pieza, que conocemos a través de copias romanas como la Venus Ludovisi, es de una gran importancia para la Historia del Arte, ya que es el mejor ejemplo de la llamada  ese praxiteliana: las curvilíneas y mórbidas formas del cuerpo de la diosa y su postura casual crean un contrapposto o cambio de peso en la figura, que le otorga un gran realismo y sentido del movimiento. Las telas y la hydria realizan la función de soporte estructural para que el cuerpo pueda rotar en un gesto de despreocupado pudor.
Otra escultura que sigue este modelo de la Afrodita de Cnido es la famosa Afrodita de Médici: se trata de una figura helenística realizada en mármol a escala real.

 Afrodita de Cnido 
(Praxíteles, 360 a.C.)

La Afrodita de Milo, de Alejandro de Antioquía, realizada hacia el 130 a.C. en varios bloques de mármol blanco, se inspira en la Afrodita de Capua del escultor griego Lisipo (siglo IV a.C.). La escultura emana realismo, calma y naturalismo, fruto de su postura pasiva y de su mirada perdida: es muy comentada la tristeza que evoca su rostro. La sensación realista se consigue a través de un apurado pulido del mármol, que deja entrever un estudio anatómico del cuerpo femenino: a través del estudio de la tensión de los músculos se ha concluido que en una de sus manos, hoy perdidas, podría haber portado la manzana de la discordia del jardín de las Hespérides, presente en el mito del juicio de Paris.
Esta figura sigue también el modelo praxiteliano, creando el famoso contrapposto, con una ruptura de la frontalidad que otorga a la escultura movimiento y profundidad.
La escultura fue restaurada en 2010, y actualmente se exhibe en el Museo del Louvre, en París.

Afrodita de Milo 
(Alejandro de Antioquía, 130 a.C.)

Dentro del grupo de las Venus púdicas destaca la Afrodita Calipigia o "de las hermosas nalgas": en este tipo de representación, la diosa se nos muestra de espaldas, cubriendo todo su cuerpo con una tela, excepto sus nalgas, que muestra al espectador en un gesto de sensualidad.

Afrodita Calipigia

Una iconografía curiosa de Afrodita es la que representa el grupo de Afroditas acurrucadas: en este tipo de representación, la diosa aparece arrodillada, sorprendida por el escultor mientras mira su reflejo en el agua del lago. Al igual que en las Venus púdicas, Afrodita cubre sus partes íntimas: el pubis se nos oculta con las rodillas, el estar agachada, mientras que los pechos se esconden detrás de uno de sus brazos en un gesto que da movimiento a la imagen.

 Afrodita acurrucada

Otro tipo de representación de la que no poseemos muchos ejemplos es la de la Afrodita Anadiómena, en la que se representa a la diosa en su nacimiento ya adulta, surgiendo de la espuma del mar. El pintor griego Apeles representó este pasaje, pero se perdió la pintura, la cual conocemos a través de la descripción que realiza Plinio en su Historia Natural . Una representación  de este tema se encuentra en el bajorrelieve del Trono Ludovisi, datado hacia el 450 a.C., en el que Afrodita sale del agua ayudada por dos doncellas, que la cubren con un velo.

Afrodita Anadiómena del Trono Ludovisi (450 a.C.)

Imágenes de bruoks.blogspot.com, noatodo.org, web.usual.net, medicablogs.diariomedico.com, pobladores.com

miércoles, 4 de mayo de 2011

Films con mucho arte: "Las hermanas Bolena"

Esta semana trataremos una película a la que tengo especial cariño ya que, junto con María Antonieta, fue uno de los flms que traté en mi trabajo de Diseño de vestuario para la asignatura de Historia del Cine en 5º de carrera. Sin duda fue un trabajo que me costó muchas horas realizar (aprovecho para agradecer, una vez más, a mis amigos que me aguantaron durante tanto tiempo divagando sobre cine) pero que me trajo una gran satisfacción, porque me hizo terminar mi carrera con una Matrícula de Honor (y un 10 en último curso, en una asignatura troncal de 12 créditos no es ninguna tontería ;) ).


Las hermanas Bolena cuenta la historia de Ana y María Bolena: dos hermanas que se disputarán el amor del rey Enrique VIII de Inglaterra. El film, bastante fiel a la historia real, nos habla de las intrigas urdidas en la corte con el fin de hacer ascender socialmente a la familia Bolena: matrimonios de conveniencia, la necesidad de dotar al rey de un heredero varón... Más allá de un film histórico, se podría definir a esta cinta como un estudio psicológico de las dos protagonistas,  donde se nos muestra su integridad moral y hasta dónde puede llegar una persona por alcanzar sus metas.

Una de las grandes bazas de esta película fue su envidiable cartel de estrellas: como trío protagonista aparecen Natalie Portman en el papel de Ana Bolena, Scarlett Johansson como María Bolena y Eric Bana interpretando al rey Enrique VIII. Sus interpretaciones son muy destacables, si bien la Portman "se come" a Scarlett Johansson en pantalla cada vez que aparecen juntas: el personaje de María Bolena sufre una evolución psicológica a lo largo del film, y la actriz israelita supo reflejarlo muy bien en su actuación. Es el personaje de Portman quien lleva todo el peso de la película, sin lugar a dudas, pero el supuesto "duelo interpretativo" (que al final no lo fue tanto) entre las dos actrices de moda fue uno de los reclamos del film en su día. Personalmente, soy una fan incondicional de Eric Bana, así que sólo tengo palabras buenas para él; en cualquier caso, nos ofrece una visión más humana del rey inglés, continuamente sometido a sus pasiones.

El encanto de esta película reside en su capacidad para hacer revivir al espectador la Inglaterra del siglo XVI: las localizaciones escogidas para la grabación son castillos ingleses auténticos, lo cual ofrece un aura de realidad a la ficción. Los movimientos de cámara al mostrar los exteriores hacen que el espectadores quede integrado en el paisaje inglés, acercándolo de este modo hacia la historia que le es narrada.
Pero, sobre todo, es el vestuario de los protagonistas el que ofrece la clave del éxito del film: pocas veces un diseño de vestuario refleja tan acertadamente la psicología de los personajes como en este caso, e incluso las dos actrices han afirmado en numerosas entrevistas que sus vestidos les ayudaron a introducirse en sus personajes a la hora de realizar sus interpretaciones. El vestuario estuvo diseñado por Sandy Powell, y se inspira directamente en las pinturas de época, acercando aún más la película a la verdad histórica.


En el transcurso de la historia vemos a las actrices principales lucir vestidos de líneas muy parecidas, pero con detalles que los hacen muy distintos. El elemento más importante para realizar esta diferenciación es el color: los vestidos de la ingenua y delicada María Bolena suelen ser de colores suaves, que no llamen demasiado la atención, mientras que los de la decidida y resuelta María optan por tonos mucho más fuertes y con más personalidad. Otro recurso utilizado en este film es el de reflejar las relaciones personales de los protagonistas mediante los colores: siempre que Ana o María y el rey mantienen una relación estrecha, también los colores de sus ropajes están en consonancia, mientras que cuando Ana cae en desgracia, los tonos de su vestimenta se vuelven más apagados. Quizás es un recurso algo simple pero es muy efectivo, ya que actúa en el subconsciente del espectador.

En resumen, se trata de una buena película que sabe mantener el interés del espectador aún cuando éste ya conoce el final de la historia, con un trío protagonista atractivo que realiza buenas interpretaciones, y con un diseño de vestuario y escenarios que colaboran a recrear una realidad histórica. Os recomiendo que veáis el film (una vez más, si ya lo habeis hecho) fijandoos en los cambios de vestuario de los personajes, ya que os revelarán más de lo que se ve a simple vista sobre ellos mismos. ¡Muy recomendable!

Imágenes de cinemaworldandcomics.blogspot.com

domingo, 1 de mayo de 2011

Venus: evolución (IV) Afrodita: mitos y prostitución sagrada

La diosa Venus romana se asimila a la no menos conocida Afrodita griega; representada en numerosas ocasiones en el arte clásico, Afrodita es la diosa del amor, la sexualidad y la lujuria, personificando el canon de belleza dominante desde el siglo VII a.C. hasta el fin de la Edad Antigua.

Afrodita de Milo, de Alejandro de Antioquía
130-100, a.C.

El nacimiento de Afrodita es contado de diferente modo por los diversos autores; la más extendida es la versión que Hesíodo ofrece en su Teogonía según la cual la diosa habría surgido de la espuma del mar, que había sido fecundada por el semen que había brotado de los testículos de Urano, que habían sido cortados por Cronos durante la lucha contra los titanes y arrojados al mar. De esta espuma fecundada surgió Afrodita ya adulta cerca de Pafos, en la isla de Chipre, donde se encontraba su santuario más importante.

Afrodita forma parte, además, de los mitos más importantes de la mitología griega: Pigmalión, Psique, Fedra... Uno de sus papeles estelares tiene lugar en el mito de la guerra de Troya, durante el episodio del  juicio de Paris: según el mito, el joven Paris fue el encargado de entregar la manzana de oro de las Hespérides a la diosa más bella entre Hera, Atenea y Afrodita. Ésta última ofreció a Paris, si la elegía a ella, a Helena de Esparta, la mujer más bella del  mundo. Paris finalmente eligió a Afrodita, quien se convirtió en su protectora, aunque no sabía que esta decisión acabaría desencadenando la guerra de Troya.

Su esposo oficial era Hefestos (el Vulcano romano), aunque también se la relacionó con Dionisio y Ares. En cuanto a los mortales, Afrodita mantuvo relaciones con muchos de ellos, siendo los más famosos Adonis y Anquises, con quien engendró a Eneas, fundador mítico de Roma.

Afrodita de Cnido, de Praxíteles
400-330 a.C.

El culto a Afrodita se caracteriza porque tiene sus propias festividades: las Afrodisias. éstas son unas fiestas que se celebraban por toda Grecia, pero especialmente en Atenas y Corinto. Una parte importante del culto a Afrodita es la conocida como prostitución sagrada: según este rito, las sacerdotisas de Afrodita, diosa del deseo carnal, ejercían la prostitución de manera puntual y controlada, recaudando dinero que utilizaban como ofrendas a la diosa y para el mantenimiento del templo. Las sacerdotisas de Afrodita realizaban una práctica sexual tradicional, y solamente dentro del templo y con aquellos que realizaban la ofrenda previa a la diosa. En la Antigua Grecia, además, era tradicional que las jóvenes ofrecieran su virginidad a Afrodita, realizando por vez primera el acto sexual dentro del templo, con lo que adquiría la categoría de rito. Este tipo de ritual procede de la antigua Babilonia y se mantuvo a través del tiempo en los lugares de Corinto y Chipre. En época romana pasó a ser un privilegio de las vírgenes vestales.

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