Algunas de sus clases estuvieron dedicadas al estudio de "Lo bello y lo sublime", citando al escritor y pensador británico del siglo XVIII Edmund Burke, quien describía lo sublime como algo en principio terrible o temible, pero que al ser visto en la distancia se convierte en causa de deleite. Por ejemplo, la erupción de un volcán: sin duda es un fenómeno peligroso que puede llegar a acabar con todo lo que le rodea cuando ocurre pero, ¿quién de nosotros no se ha quedado fascinado con las imágenes de un cráter expulsando lava cuando las hemos visto por televisión?
Con "lo bello de lo sublime" Burke abrió nuevos campos a la experiencia estética: lo sublime como experiencia estética existe en cuanto nosotros nos encontramos a salvo de la misma. Etonces ¿encontramos un deleite frente a las penurias de los demás? Según Burke, experimentamos esta sensación porque lo sublime es algo irreflexivo, y esto es algo que contradice las teorías tradicionales del arte: una obra de arte clásica lo es en cuanto se adecúa a unas reglas y a unos cánones, exige una interiorización del espectador y un análisis.
La nueva categoría moderna de lo sublime como algo irreflexivo e inmediato entra en conflicto con la teoría clásica de la belleza: representa el cambio en la teoría estética del siglo XVIII. ¿Ha llegado este cambio hasta nuestros días? ¿Seguimos pensando que algo terrible puede ser bello?